LOS TIROS POR LAS CULATAS
Nada más humillante o divertido que cuando las cosas salen exactamente opuesto a lo que se planeaba. Lo humillante o divertido depende de quién lo mire pero casi siempre, en una de esas situaciones, habrá ambas posturas.
Hoy tuve la oportunidad de ver un episodio así, gracias a una invaluable contribución de un gran amigo, que al igual que yo, no se sorprende por la estupidez humana y la encuentra divertida con mucha frecuencia.
El episodio en referencia trata sobre la participación de un equipo chileno en una competición mundial de equipos especiales de fuerzas de policía o, como se les conoce comúnmente por su sigla en inglés, SWAT. La competencia tuvo lugar en los Emiratos Árabes Unidos y contó la participación de cerca de 50 países y 74 equipos, donde vale destacar la presencia de dos colombianos. Este tipo de competiciones en la milicia son frecuentes y de larga tradición y por supuesto que participar en ellas es altamente motivante para los militares y ganarla trae consigo un importante reconocimiento a nivel mundial. Se podrán imaginar, que son competencias muy exigentes, consistente con el nivel de destreza, fuerza y habilidad que deben tener estos policías. Recordemos que se trata de equipos especiales que como su nombre indica, se requieren para situaciones complejas donde no cualquier policía cuenta con el entrenamiento y el tesón para enfrentarlas.
El tono particular del episodio inicia con un titular de los medios el cual señala: "Pioneras mujeres chilenas determinadas a brillar en el Reto SWAT 2024 de los EAU" (traducido del inglés). Si no conocen el episodio los invito a ver este breve recuento:
Si, son hechos reales; no es una parodia. No sé ni por dónde empezar pero bueno, aquí va.
Lo primero es que la lógica inherente de una competición, es tratar de ganar; si no a todos, por lo menos a varios. La competitividad es o en algún momento fue instintiva pero los humanos, con nuestra racionalidad desbordada y a imagen y semejanza de Dios, la convertimos en que lo importante es participar. No importa que nos metan siete goles, que Higuita haga el ridículo y nos eliminen, que asesinen a un defensa por un autogol, que Maradona hiciera un gol con la mano y años después lo sacaran por doping, que Armstrong tuviera que devolver todos sus títulos y perder todos sus patrocinadores o que una mujer trans haya destruido en las piscinas la carrera deportiva universitaria de las demás mujeres en los Estados Unidos. No, lo que importa es participar. Una afirmación tan involutiva como estúpida que además de no aportarle nada al respetivo deporte o la disciplina, muy seguramente destruyó la poca seguridad que los participantes que fueron humillados tenían, todo en pro de participar. Imagínense tirando a su hijo a la piscina sin que sepa nadar pero diciéndole que lo importante es participar.
Lo importante de las competencias es, y qué pena que lo tenga que decir así de obvio pero la humanidad últimamente no nos está dejando opciones, COMPETIR. Es decir, intentar vencer al otro y para vencer al otro debo ser mejor que el otro. Competir implica también aceptar que se puede ser derrotado y en tal caso, hacerlo con honra. Pero la honra de ser derrotado y la humildad esperada del vencedor viene de que ambos tienen las capacidades mínimas para siquiera participar de la competición. Volviendo al ejemplo de la piscina, qué honra habría en ganarle a una persona que no sabe nadar y qué derrota puede aceptar el vencido si ni siquiera puede participar dignamente.
Esto cuando yo era chiquito, no había que explicarlo y creo que por entonces todavía subsistía el sano instinto competitivo donde además uno solito reconocía que si era un troncazo para algo, pues mejor no participaba ahí. No en vano, jamás aspiré a las olimpiadas de matemáticas o torneos de ajedrez. Ni pendejo que fuera. Eso lo dejé para mis amigos más inteligentes que yo (casi todos) los cuales sigo esperando que se hagan millonarios para que me mantengan...pero eso es otra historia.
Desafortunadamente discursos como el de elevar el espíritu humano, de que todo ser humano es digno, de que siempre hay algo que reconocer en lo que cualquiera hace y todas esas demás pendejadas que por cierto nos llevarán a la extinción, se colaron en las competiciones y los deportes y se los van cagando de a poco. Esta vez fue en la competencia mundial de SWAT.
Así fue que un equipo de Chile, impregnadas por el espíritu de participar y no sólo eso, el de demostrar que las mujeres también pueden, decidieron participar con un equipo femenino. Lo espectacular de todo es que dejaron claro que no, no se trata de participar y mucho menos cuando representas a una institución y a un país. También dejaron claro que el género (sólo hay dos por si acaso) es irrelevante, en el buen sentido de la palabra. Que ser un equipo de sólo mujeres no es un logro en sí mismo y que lo importante era tener el estado físico, las habilidades y el entrenamiento para enfrentar la competición.
No faltarán las que justo ahora digan que sí es un logro que exista un equipo SWAT de sólo mujeres porque hace poquísimos años, por culpa del milenario patriarcado, las mujeres estaban condenadas a la cocina, la limpieza y la maternidad. Celebro enormemente que contemos con mujeres policías y más aún en un equipo SWAT. Es un avance de la sociedad que eso suceda pero para efectos de una competencia, lo que cuenta es estar preparado, punto. Todavía no he visto el mundial de cualquier disciplina o deporte que coronen al campeón por su espíritu participativo; aunque no demoran en inventarlo.
Volviendo a nuestras inspiradores pioneras, analicemos en detalle lo sucedido. La primera osadía fue hacer eso en una competencia en un país árabe donde allá sí las mujeres están bajo un patriarcado bastante organizado y fuerte. Basta ver en la foto de prensa la cara de emoción de los locales posando al lado de las heroínas, seguramente pensando que además de rebeldes, andaban vestidas de negro, con ropa ceñida y mostrando el pelo. Según Alá debieron haber sido lapidadas en una plaza pública.
Ya en la competición habían varias señales de que las cosas no saldrían bien. Primero, siendo el tiempo un elemento esencial, una vez les dieron la largada no parecían tener mucho afán. Si esa es la velocidad con la que piensan alcanzar a un delincuente peligroso, seguramente sólo deben atrapar a enanos, cojos o al parcero del combo que fijo anda en silla de ruedas. La segunda señal es que un compatriota corre por la calle usando la bandera de chile como una capa y no logra ir a la velocidad de ellas. La presencia de ese individuo es premonitoria del fracaso. Nada lo llama más que un fanático con demasiado maquillaje, accesorios y con una desbordada emoción que en nada refleja el desempeño de a quién está alentando. Para que me entiendan, nos tuvimos que mamar décadas del "cole" que viajó por medio mundo con su inmundo disfraz y que siempre estaba feliz así nos golearan una y otra vez.
A pesar de esto, las audaces policías pudieron superar el complejo reto del concreto plano y media curva para luego encontrarse con algo que inmediatamente nos señaló que no tuvieron una infancia feliz. Seguramente nunca habían visto una tarabita o polea. Si la vieron tal vez sólo habían visto la que tiene una clara inclinación y la gravedad se encarga de hacer todo. No parecieron reparar en que esta versión, no era de un parque de diversiones y que requería de un grado (mínimo) de habilidad y que por lo menos dos neuronas se encontraran, aunque fuera por accidente. Lo que vino a continuación fue una secuencia de malas decisiones, por no llamarlas estupideces que parecen propias de la mejor parodia del año.
Saltaron al cable como léminos (Lemmings) en un precipicio. Sin vocación y seguramente pensando que los que diseñaron la pista de obstáculos se basaron en que "participar" era suficiente. ¡Oh sorpresa! Cuatro de nuestras cinco guerreras se quedaron atoradas en la mitad del cable justo sobre la piscina infantil. Una de ellas, seguramente invadida por la angustia o por efectos de la crema humectante de las manos, cayó en bomba al agua. Las demás, optaron por quedarse colgando del cable como vaca en carnicería. Mientras la chapuseada salía del agua y se preparaba para repetir la estupidez, las colgantes adoptaron una estrategia diferente, no sin antes pensarlo detenidamente. Ante un cable cuyo punto de llegada está más alto que donde estamos por nuestro peso, la mejor alternativa debe ser columpiarse porque eso sin duda, vencerá a la siempre oscura fuerza de la gravedad.
La única hábil que había logrado llegar a puerto, sacrificó su logro por ayudar a sus compañeras con una estrategia igualmente inteligente y que salvo que uno sea Bruce Lee, estaba destinada a fracasar. Retornó al punto de inicio y se lanzó pensando que con su solo impulso, el cual de milagro la llevó a la meta la primera vez, iba a poder meterle una amigable patada en el culo a su compañera y mandarla derechito a la meta y ella de paso, desconociendo cualquier ley de la física, continuar avanzando a pesar del golpe. Esto sucedía mientras la que se había zambullido al principio seguía incrédula mirando desde la base.
Luego del patadón, la vibración y el cansacio, fueron cayendo al agua como poposito cuando uno anda duro del estómago: en secuencia y con salpicada. Sólo una se negó a soltarse pensando que ya con eso la promoverían tan pronto pisara tierra chilena. La infranqueable que logró batir una polea, la gravedad y la helada agua de una piscina. Volviendo al modo carnicería, una de sus compañeras optó por halarla de la pata para devolverla al inicio. Ya en este momento, nuestras defensoras de la Ley y de todo lo que es bueno, tuvieron un merecido descanso mientras uno de los trabajadores de la competición tuvo que recuperar el arma de una de ellas del fondo de la piscina. La competición establece que un miembro no puede avanzar si pierde su arma. Calculen de qué serviría una policía que atraviesa media ciudad y salta tapias para que al momento de alcanzar al delincuente no tenga nada más que su belleza para doblegarlo.
Recuperada el arma, se lanza la primera. Esta vez optaron por no ir todas juntitas como compañeritas de oficina yendo a almorzar. Lastimosamente, el entusiasmo de la primera no fue correspondido por su agarre y cayó al agua nuevamente. Injustamente se desquitó con su fusil al cual dejó a un lado. Claro, la culpa es de un objeto inanimado y sin capacidad cerebral. Adicionalmente, el totazo fue tal que parece que se le salieron las monedas, los cauchos para el pelo y las llaves del carro. De ahí que los jueces le dijeron que al igual que hacía cuando era chiquita, tenía que sacar las cosas del fondo, incluyendo claro está, la polea. Mejor dicho, esta policía quedó más desarmada que el gobierno de Petro.
La teoría de la evolución nos llevaría a pensar que ya finalmente estos personajes habrían podido dilucidar la solución. Pero es cierto que en la historia del planeta se han extinguido el 98% de las especies que la han habitado. Así, volvimos a ver a dos policías varadas en el cable, una pateando a la otra y nuevamente intentando hacer la pataleta que seguramente le hacen al marido, para llegar a la meta. Esto sólo invocó al carnicero que hay en ellas, haciendo que una compañera decidiera halarlas por las patas hasta la meta, sólo para que el juez le dijera que eso no cuenta y tienen que dar la vuelta otra vez.
Ya estamos bordeando los 5 minutos y las temidas policías no habían podido vencer una piscina. Finalmente, se llenaron de valor o más probablemente de algo de vergüenza y amor propio y entendieron que era un tema de momentum y que una empujadita en las nalgas de la compañera de atrás podría ayudar. Finalmente, encontraron la manera de pasar no sin que la última primero hiciera una pose propia de calendario de montallantas, apoyando un pie contra la viga como si eso fuera a generar gran impulso.
Después de 5 minutos, esta tortura visual se había terminado. El único fresquito que sentí fue pensar que por primera vez no era Colombia haciendo el ridículo internacional. Acto seguido pensé en los pobres chilenos. Con razón incendiaron el país hace unos años...si esa es la resistencia policial que enfrentan bastaba un fósforo. Si yo fuera un ciudadano esperando ser rescatado por este equipo, preferiría unirme a los bandidos. Estas señoras no durarían ni 10 segundos frente a la primera línea colombiana donde ahí sí, tenemos producto de campeonato mundial. Ojalá hicieran el mundial de hampones porque ahí sí, en todas las disciplinas y categorías no llevaríamos mínimo una medalla. Esas justicieras no pudieron con una polea y una piscina van a poder contra una horda de ñeros mal peluqueados, escupiendo y tirando ladrillos.
Así que la estrategia de que lo importante es participar para dejar en alto el nombre de la institución y el país, adornada con el hecho de que eran mujeres para seguramente demonstrar que también pueden, fue abismal. Dejaron en ridículo a su institución, no le aportaron mucho al país y le dieron pie a todos los cavernícolas que creen que las mujeres no pueden hacer algo por el hecho de ser mujeres. Todo mal. Insisto, si uno va a competir hay que prepararse y el género no tiene nada que ver en la ecuación. A estas policías, todos los tiros les salieron por las culatas.

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