LA VASECTO - MÍA
Nunca me vi como papá...de hecho nunca me vi como adulto así que la noción de tener hijos realmente nunca estuvo en mis planes. No lo pensaba mucho pero simplemente no me veía en esas. Claro, podría dar todo tipo de explicaciones pero sería muy aburrido. Para resumir, digamos que creo que tener hijos es altamente irracional (es más un instinto animal) y que el no tenerlos es mi gran contribución al medioambiente. Sí, al medioambiente. De otro lado, mi esposa, con sus propios argumentos y muchos de los cuales son comunes con los míos, tampoco tiene interés de ser mamá. Así que lo responsable era tomar medidas definitivas al respecto.
Aunque no creo ni en los rejos de las campanas, ese día hubo varias señales que me estaban tratando de decir que las cosas no saldrían tan bien. Primero, aunque en el 99,9999% de los casos es un procedimiento en el consultorio y con anestesia local, mi doctor me dijo que él prefería con anestesia general. La teoría es que por más anestesia local, la gente reacciona diferente cuando le bolean bisturí en las gónadas y él prefiere que uno se quede quietico. Yo no tengo lío con las anestesias así que no me pareció importante y accedí emocionado.
Señal #1: Llegado el día, ahí estaba con mi esposa en la clínica a las 6 a.m. en ayunas, hora a la que la secretaria de mi doctor me había dicho que me presentara. Al cabo de unos 30 minutos, finalmente llamaron a los pacientes que estaban programados y mi nombre no fue mencionado. Al hablar con la enfermera, que era más entusiasta que Jota Mario, me dijo que yo salía programado para las 10 a.m. y que no había nada que hacer. La ira que me consumía, alimentada por el hecho de que tendría que ir a mi casa y aguantar hambre otras 3 horas y media, era digna de mafioso cuando pierde una apuesta. Nada, nos tocó volver a casa no sin que antes mi esposa consiguiera el celular del doctor, lo llamara y se despidiera con un cariñoso "gracias por su ayuda". No tan buena idea tirarle un insultico a un tipo que horas más tarde me va a cortar las güevas.
Señal #2: Al llegar a casa la única opción sensata para combatir el sueño, hambre y mal genio, era tirarse una siestica. Puse despertador y todo sin darme cuenta que lo puse para la noche y no la mañana. El resultado: nos despertamos como 15 minutos para las 9, hora a la que tocaba presentarse en la clínica. A correr se dijo y aunque la clínica no es lejos, contábamos con la descrestante efectividad de las medidas de movilidad de Nayibe y su combo de genios. No sé cómo pero logramos llegar a tiempo. El Doctor me saludó, me ofreció disculpas por el cacharro y sentí tranquilidad de poner mis genitales en sus manos.
Para el ingreso me tocó otra enfermera, menos entusiasta pero montadorcita. No tuvo inconveniente en mostrar su pesar al decirle que iba para una vasectomía y que no tengo hijos. Así como tampoco tuvo reparo en decirme que no parecía de mi edad, que parecía de 60. Señal #3: Luego vino otra enfermera a canalizarme. Me metió la aguja en la mano derecha y no sé qué pasó pero dolía como un putas. Al darse cuenta, me la quitó y me dijo que me iba a canalizar en la muñeca del brazo izquierdo. El resultado fue un dolor intenso durante varios minutos y un morado por 8 días.
Señal #4: Momentos más tarde ya estaba sin ropa, con la bata esa que abriga más una servilleta de frutería de Chapinero y en un frío el HP. Todos los doctores y enfermeras se estaban quejando del frío y decían que ¡mi quirófano era el más frío de todos! Ya se estarán imaginando el efecto que esto tuvo en mi equipo; no me habría sorprendido que me ofrecieran de ñapa un agrandamiento del miembro. Mascarilla a la boca, cuente hasta 10 y chao...sería chévere que los anestesiólogos le contaran a uno hasta qué numero llega antes de caer.
Señal #5: 11 a.m. me despierto en la sala de recuperación, sintiéndome bien y con una bolsa de hielo entre las piernas. 11:30 me dicen que me pare y me pase a una silla de ruedas para llevarme a ponerme mi ropa cuando qué vemos. Una mancha de sangre nada despreciable en la cama. Por la cara de sorpresa de la enfermera, que fue replicada por una doctora que trajeron, supe que no era normal. A esto se sumó que la residente que estuvo presente en mi procedimiento, al ver la escena tuvo que llamar al doctor. Él dijo que podía pasar y que no era de preocuparse. La residente simplemente me puso una versión hechiza y masculina de un tampón, consistente en un bollito de gasa pegado con esparadrapo desde las pelotas hasta la "nies". De antemano supe que la quitada de eso sería propio de una escena de Ajax, el arrancagrasa. Mientras esto sucedió ya tenía un charquito de sangre en la silla de ruedas y una prodigiosa mancha en la bata. Fue sólo hasta días después que reconocí la coincidencia entre la escena vivida y el día en que ampliaron lo del aborto. Por como dejé la cama, la silla de ruedas y la bata, pareciera que yo ya había hecho uso del nuevo derecho.
Señal #6: Al recibir mi picante foto, el doctor me dijo que fuera a ver a una colega uróloga en Chía, que es la jefe de urología en Marly; que me estaba esperando. Salimos volados para allá olvidando llevar la bolsa de frío. Como complicado combatir semejante inflamación sin frío. Nos tocó optar por una solución sacada de película gringa. Es decir, yo estaba en la sala de espera, rodeado de adultos y niños, con una bolsa de arvejas congeladas en mi güevas. La doctora dio un parte de tranquilidad diciendo que no parecía haber hematoma o si acaso un poquito. Que siguiera con el hielo, el antiinflamatorio y que las pelotas se me pondrían moradas.
Todas estas señales se concretaron en la que probablemente sea la recuperación más lenta de cualquier vasectomía. Para mantenernos en la zona de las frutas, pasé de naranjas a ciruelas; en tamaño y color. Los morados no se limitaron a las peloticas, no. Tenía morado el miembro y morados que se extendieron por toda la zona del "pubis" (es una de las palabras que más odio pero apenas para la ocasión) hasta las puntas de mi pelvis. Mejor dicho tenía más morados que anémico después de jugar paintball. Además de esto, se me inflamó al lado izquierdo de la vejiga y me duele como un verraco cuando me paro y camino. Es como la venganza de las mujeres diciendo, "así se siente un cólico el hp".... el dolor y la incomodidad ¡casi me tornan en feminista! Además, las heridas me han seguido sangrando casi a diario, teniendo que echarme alcohol. El ardor se siente como si me estuvieran prendiendo en fuego las güevas. El protocolo dicta que son 2 días de hielo y luego 1 día de calor. Bueno, me ha tocado seguir con el calor más de 1 semana y para eso uso una de esas bolsas de semillas que se meten en el microondas. Eso quiere decir que es calor húmedo. Se lo están imaginando ¿verdad?
Recientemente tuve control con el doctor y sólo con verme caminar me dijo "ya sé...usted es el paciente que entre muchos le va mal con la recuperación". Me dijo que el procedimiento tardó 7 minutos y estuvo sin problemas pero que siempre hay un paciente que no tiene una buena recuperación. Que no me preocupara, que siguiera con reposo y calor. Que la inflamación iba a bajar y que "nada de sexo". Casi me caigo de la camilla. ¿Sexo? ¿En el estado tan deplorable en el que estoy? Finalizó diciéndome que me echara crema de bebés, consejo que seguí. Claro, al no haber disfrutado de la alegría infinita de ser papá, no tenía claro que esas cremas son más bien como masilla, como estuco. Entonces ahora mis güevas, que van como en el 4 de los 8 colores de un morado, están estucadas a medias. Esa crema no cae ni con esponjilla metálica pero además no es como que me pueda refregar la zona libremente.
Semana y media después de la cirugía, tengo menos inflamación, por lo menos en un lado. Es decir, una de las ciruelas se parece ya a la pepa más que a la fruta. Sigo con dolor al caminar y algo de sangrado pero ya estoy en camino a una recuperación. Sólo falta que en 3 meses, cuando me haga el espermatograma, resulte que sigo disparando munición viva. Definitivamente, no podré ser un embajador, instagramer o youtuber famoso a punta de promover la vasectomía como una decisión responsable para quienes no quieren tener hijos. Pero sí le diré a la gente que he oído que la cosa es muy simple. Que se la hagan, que qué puede salir mal.
Al final, toda esta experiencia me confirma por qué no compro el baloto. Las pocas probabilidades de algo en la vida, yo las gasto en estas maricadas. Cuando me operaron el codo, resulta que la lesión que tuve sólo la tienen el 3% de personas que se lesionan ese tendón. Cuando hice acupuntura, me desmayaba pero no porque me impresionen las agujas. Resulta que estoy dentro del 5% de la población que es hipersensible al tratamiento. Así que era de esperarse que en esta ocasión sacara mi tarjeta de exclusividad para no ser como toda la chusma, que en 4 días están corriendo felices por la vida después de su vasectomía. Esta tenía que ser diferente, tenía que ser vasecto-MÍA.
Muy divertido el relato Santi! Mejórese hermano y siga escribiendo, lo hace bien.
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